miércoles, 29 de febrero de 2012

Lejos quedan aquellos tiempos de timidez crónica cuando con 15 años subí por primera vez a un escenario y me temblaba hasta la polla. Ahora disfruto encima y lo echo de menos cuando me bajo, cuando al día siguiente tengo nostalgia del momento en que arriba veo recompensado todo lo que costó vencer aquellos fantasmas interiores (y exteriores)

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