viernes, 23 de marzo de 2012



Oprimo a los recuerdos y la tiranía de mi alegría
mata la disidencia de saber que apenas me querías.
Las noches más frías con tragos me enseñaron
que en invierno no calentará aquel amor de verano.

miércoles, 21 de marzo de 2012




Buscabas mentiras en mi mirada
yo que sólo tenía ojos para ti,
ya no se cuanto me amabas
pero con esa frialdad desmesurada
no puedo competir.

sábado, 17 de marzo de 2012



Sin sensibilidad con los olvidados y sólo con tus recuerdos
para mi no eres un poeta, más bien un narcicista enfermo de egoismo.
Un trozo de un poema mío, ya para siempre tatuado en mi pierna.

viernes, 16 de marzo de 2012



Un día me cansaré de añorarte
y el arte de olvidar a la fuerza no tendrá reparos
hasta en dejar de ver tus huellas en el parque
donde por fin soñar con amor dejó de ser demasiado caro.

Te he buscado en las calles que recorrimos juntos,
las estrellas parecían puntos suspensivos,
una vez que no soy culpable de mi castigo y no me insulto
 el asfalto grita alto "jódete, no dormirá contigo"

Volvía a nacer mamando de tus pechos
cuando la ciudad no parecía un poema fatal hecho.
Mordí tus labios como quien lleva días sin comer
y le ponen un banquete. Me forré el corazón con tu piel,
iba corriendo a tu casa para verte sin añorar los viernes
de alcohol. Quien ha probado la mierda aprecia la miel,
los mejores momentos son breves pero duran siempre,
sigues encima mío aunque el vacío dice "ya se fue"

Supe que podía vencer al dolor mientras te estabas desnudando,
exprimí el jugo de tu intimidad y me dormí extasiado.
En tus mares más profundos encontré un tesoro,
se que nadie buceará como yo para encontrarlo.






Pablo Hasél.



Siempre en medio de la tormenta,
desnudo,
enseñándole mis cojones a las nubes negras,
golpeando a la lluvia
que limpia mi alma
pero llena de lodo mis pies.

Dicen que cuando acaba deja calma
pero a veces no queda nada,
arrasa con todo.

Pero hoy ha dejado una calma preciosa
que he disfrutado como cuando de niño
perseguía mariposas
sin saber que un día se revolucionarían
en mi estómago,
en mi hígado.

No se bien como llegué hasta aquí,
pero a veces es muy acogedora esta tormenta
y aún no me quiero ir.

Ya no temo mi reflejo en los charcos,
puedo estar algo orgulloso de mi.

Ya no me asustan los truenos,
el cielo sangra música
y bailo con su furia
hasta quedar exhausto
pudiendo dormir
mientras la lluvia camufla
mis últimas lágrimas
por ti.




Pablo Hasél