viernes, 16 de marzo de 2012


Siempre en medio de la tormenta,
desnudo,
enseñándole mis cojones a las nubes negras,
golpeando a la lluvia
que limpia mi alma
pero llena de lodo mis pies.

Dicen que cuando acaba deja calma
pero a veces no queda nada,
arrasa con todo.

Pero hoy ha dejado una calma preciosa
que he disfrutado como cuando de niño
perseguía mariposas
sin saber que un día se revolucionarían
en mi estómago,
en mi hígado.

No se bien como llegué hasta aquí,
pero a veces es muy acogedora esta tormenta
y aún no me quiero ir.

Ya no temo mi reflejo en los charcos,
puedo estar algo orgulloso de mi.

Ya no me asustan los truenos,
el cielo sangra música
y bailo con su furia
hasta quedar exhausto
pudiendo dormir
mientras la lluvia camufla
mis últimas lágrimas
por ti.




Pablo Hasél

No hay comentarios:

Publicar un comentario